Lcda. Anabella Mazariegos Rivadeneira

Directora General

Colegio Cristiano Verbo Chimaltenango

El miedo a lo nuevo es algo natural en el ser humano, nuestro cerebro quiere mantenernos en un lugar seguro “nuestra zona de confort” y la idea de iniciar algo nuevo, es un reto grande.


Este ciclo escolar ha sido diferente, hemos regresado a nuestro amado Colegio Verbo y sabíamos que todo sería distinto. Regresar a la antigua rutina no era factible, la vida nos cambió mucho en dos años y los procesos también debían de cambiar.

Ahora tenemos un nuevo horario de clases, nuevas reglas de bioseguridad, nuevos retos por enfrentar, pero el anhelo de brindar una educación basada en Principios y Valores cristianos continúa siendo la fortaleza de Colegio Verbo y podría decir, con más fuerza que nunca.

 

En este regreso a clases, ya no vimos a la Promo 2021, la cual dejamos de ver en Décimo grado, nuestros pequeños de Noveno son ahora los graduandos de Colegio Verbo, los chiquitos de Primero son ahora los alumnos de Tercero; conocimos también a los estudiantes que no habíamos visto en persona, únicamente detrás de cámaras ya que ingresaron a Colegio Verbo en el 2021, sin embargo, se identificaron con nuestra visión y misión.

Los rostros son los mismos pero sus facciones evidencian que han crecido y nuestra fe es que hayan crecido también en Principios y Valores cristianos.

Durante casi dos años, Colegio Verbo se convirtió en un edificio triste, frío y sin vida, pues nuestros estudiantes no estaban en los salones de clases. Sabíamos que se conectaban y estaban detrás de cámaras, logramos ser testigos de su avance académico y crecimiento, sin embargo, hacía tanta falta verlos, escuchar sus ocurrencias, sus anécdotas, ser árbitros en diferencias normales de la edad y todo el desarrollo que como estudiantes viven. También hizo falta, verlos interactuar, exponer, en prácticas de biología, desarmando y armando computadoras. Hizo falta ver a la preprimaria venir emocionados porque van a aprender algo nuevo día a día con sus maestros que, según ellos, son los mejores y no se equivocan.

 

Aunque el proceso de adaptarnos nuevamente a las rutinas de estar en clases presenciales ha sido complicado, la seguridad del bienestar en el área emocional hace que valga la pena. Somos seres sociables, la Biblia declara en Salmos 133:1 “¡Mirad cuán bueno y cuán deliciosos es habitar los hermanos juntos en armonía!” y esta verdad es la que literalmente vivimos todos los días.

 

Ahora podemos verlos en persona, vemos una parte de sus rostros, pues con la mascarilla puesta, aún no se conocen todos, pero comprendemos que es necesario continuar con los cuidados.

Este regreso a clases ha sido diferente y se quedará guardado en nuestro corazón y mente como otro evento en el que la providencia y amor de Dios nos ha acompañado.

Solo puedo decir, “gracias, Señor, por el enorme privilegio de ser maestra y ver nuevamente a mis niños en los salones de Colegio Verbo”.

 

Lcda. Anabella Mazariegos

Guatemala, marzo de 2022