Lcda. Anabelle Mazariegos Rivadeneira

Direrctora General de Colegio Verbo Chimaltenango 

Al iniciar este ciclo escolar había mucha ansiedad y expectativa, deseábamos que fuera un mejor año.

 

Estos sentimientos se hicieron presentes en el ámbito escolar, las interrogantes eran ¿cómo sería la bienvenida a los estudiantes?, ¿cómo sería el inicio de clases?, ¿cómo será la implementación de la nueva plataforma? y muchas más.

La resistencia ante lo nuevo no se hizo esperar, empecé a recibir los comentarios de padres de familia que manifestaban su inconformidad, las interrogantes eran, ¿por qué debemos cambiar, por qué hacer algo nuevo cuando ya nos habíamos acoplado, por qué tenemos que continuar así, por qué, por qué, por qué. Las emociones que más se han evidenciado durante el proceso de clases virtuales son: miedo, enojo, frustración, desesperación, estrés, ansiedad y todo lo negativo que conlleva un cambio no deseado.

Ante lo expuesto, vale la pena hacer la pregunta, ¿hay algo bueno en las clases virtuales?, ¿se puede disfrutar este proceso?, ¿puedo realmente disfrutarlo como estudiante, como madre o como docente? Indiscutiblemente, la respuesta es sí.

Eclesiastés 3.11 declara, “todo es hermoso en su tiempo”, entonces, por qué no disfrutar este proceso. Los cambios nos sacan de nuestra zona de confort, si contamos con la correcta motivación, disfrutamos los cambios que hemos planificado, sin embargo, cómo lograrlo ante un cambio no deseado como lo son las clases virtuales. Es necesario aprender a disfrutar y encontrar los aspectos positivos de esta modalidad, aunque no haya sido deseada.

Durante la primera semana de enero, recuerdo hablar con una mamá y me contaba lo emocionada que estaba por iniciar el ciclo escolar “virtual”, ella sonreía y manifestaba lo divertido que era escuchar las ocurrencias de cada niño, ver la creatividad de las maestras y pensaba lo afortunada que era al tener los recursos para que sus hijos no suspendieran el proceso de aprendizaje, al contrario, estaban aprendiendo nuevas formas de aprendizaje. Sus palabras fueron “es una tristeza que no pueda quedarme en casa y ser partícipe de todo, debo trabajar, pero mis hijos disfrutan estar en el colegio aún de forma virtual”.

Toda la ansiedad y estrés que pude haber acogido en mí al pensar lo “complicado” que sería el año escolar, desapareció en un instante. Me sentí avergonzada al no tener la confianza y fe en Dios, había confiado en mis fuerzas y en mi prudencia y no en el perfecto plan que Él tiene. Mi perspectiva cambió y comencé a agradecer todo lo bueno de esta modalidad y comprender que “nada será igual y eso es bueno”.

Somos libres para hablar y actuar, pero no podremos librarnos de las consecuencias de lo que decimos y hacemos. Sea bueno o malo. Esto es un dilema fundamental de la condición humana: Lo mejor para un Si aprendemos a vivir la vida, con el “Carácter de Cristo”, entenderemos los tiempos perfectos de Dios y sabremos que nada se escapa a su perfecto plan. Me emociona ver las clases de los pequeños de “Preparatoria”, no veo a un grupo de niños frustrados ante una computadora quejándose de algo nuevo, al contrario, veo sus ojos que brillan por descubrir nuevas herramientas, por poner en práctica lo aprendido y por adquirir algo nuevo día a día. Al “ser como niños” podemos disfrutar de un nuevo aprendizaje, sin los populares paradigmas, tales como “no sé, me cuesta, es complicado o es muy difícil”.

Debemos aprender a ver los retos como oportunidades de crecimiento que nos permiten encontrar la forma de solucionarlo y generando en nuestra mente nuevas opciones que nos permitan disfrutar el aprendizaje. ¿Es esta una fórmula mágica para evitar la frustración? de ninguna manera, pero entender que la frustración no es mala y aprender a gestionarla, nos evita vivir estresados y enojados.

 

Se puede disfrutar del proceso de clases virtuales, pero necesitamos un cambio de paradigma para comprenderlo y sobro todo entender que la vida nunca será igual y eso es bueno.

Miss Anabella.