M. A. Mónica García de Hernández

Supervisora Académica Nacional

Desde muy pequeña mis padres me inculcaron todos los valores que actualmente practico pero un valor eje que tanto les agradezco que me hayan reforzado es el de la responsabilidad, mismo que se complementa con la perseverancia, el esfuerzo y la laboriosidad. Recuerdo claramente cuando me animaban a trabajar arduamente para conseguir aquello que tanta ilusión me generaba, especialmente cuando de un juguete se trataba.

 

Recuerdo a papá motivándome para dar el cien porciento en mis estudios y a mamá estimulándome para trabajar con esmero en las tareas domésticas que se me asignaban. 

Pero vaya que valía la pena cada esfuerzo, trabajo y sacrificio… ver a mis padres gratificados por alcanzar mis logros y metas, y porque no decirlo también por la agradable experiencia de ser premiada con aquel juguete deseado. Esas pequeñas cosas que de niña me
alegraban y más porque era producto de mi trabajo.

Sin duda alguna los valores que se nos inculcan en nuestra niñez son muy poderososos; el hogar representa el primer escenario en donde se nos enseña a través del ejemplo, la familia es donde aprendemos a resolver conflictos, a manifestar valores y a obedecer las normas. Qué compromiso tan grande de instruir a nuestros hijos en valores para que sean hombres y mujeres de bien. No nos cansemos de modelar esos valores que trascienden hacia nuestros mayores imitadores, ¡nuestros hijos! Especialmente el valor de la laboriosidad que tanto cuesta manifestar en momentos de estrés…

Esto me lleva a recordar cómo surge el Día Internacional de los Trabajadores, fecha constituida a partir del 01 de mayo de 1886 cuando se inició una huelga convocada por el mayor sindicato de Estados Unidos que tenía como objetivo que se reconociera un límite de 8 horas a la jornada laboral para evitar el sobrecansacio y estrés.

En Guatemala, el derecho al trabajo se consagró por primera vez en 1945 en la Constitución decretada por la Asamblea Nacional Constituyente bajo la primicia “el trabajo es un derecho del individuo y una obligación social”, más adelante en 1948 surgió la aprobación del Código de Trabajo como un derecho constituciona

Antes de finalizar estas líneas, aprovecho este espacio para invitarle a que hoy, que conmemoramos el Día del Trabajador, reflexione junto a su familia sobre la importancia del valor de la laboriosidad que nos permite alcanzar metas y disfrutar de la recompensa. Como dice la Palabra de Dios es Colosenses 3:23

“Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor”.

Con aprecio,

Miss Monica.